miércoles, 18 de abril de 2018

¿Te acuerdas de los penaltis malditos en Galicia?



- Brazos en jarra, mirada perdida, todo el público pendiente a tu lanzamiento y los nervios se apoderan del lanzador. En ese suspiro pueden pasar mil cosas por la cabeza de un jugador, pero después del lanzamiento ya no hay nada que hacer... El destino decide, "alea jacta est".

Así se puede describir el lanzamiento de un penalti, especialmente aquel que puede decidir una final de Copa o un título de Liga. De eso sabemos muchos los gallegos, que siempre solemos decir: "Meigas, haberlas haylas".
En 1994, las Rías Altas y Baixas de Galicia lloraron la desgracia de dos penaltis marrados. El del Celta de Vigo, mi equipo, nos hizo lamentar el primer título de Copa del Rey, mientras que los vecinos coruñeses lloraban poco más de veinte días después su primera Liga perdida.

El primer lanzamiento maldito desde los once metros llegaría el 20 de abril de 1994, en la final de Copa celebrada en el Vicente Calderón con Celta y Zaragoza como aspirantes al título. Los gallegos aguantaron muy bien a la escuadra maña, manteniendo el empate a cero hasta la prórroga, que daría paso a la tanda de penales.

Cedrún y Cañizares, porteros de los maños y celestes respectivamente, serían los encargados de evitar los lanzamientos rivales. Por el Celta marcaron Andrijasevic, Losada, Dadie y Gudelj, pero aún quedaba el lanzamiento de Alejo, un extremeño producto de la cantera del Barcelona.
El zaguero trató de engañar a Cedrún, pero su flojo disparo sería interceptado por el vasco, que tras su parada concedería el título copero a los aragoneses. La cara de Alejo lo decía todo, decepción, frustración, tristeza...

Aún sollozaban desde Vigo cuando sus vecinos serían los siguientes perjudicados por una mala ejecución de la pena máxima. La campaña 93\94 tocaba a su fin, y todos estaban pendientes de los aspirantes al título liguero, Deportivo de La Coruña y F.C. Barcelona.

No sería un buen día para los coruñeses aquel 14 de mayo. Mientras el Barça hacía sus deberes ante el Sevilla, los gallegos trataban de superar ante el Valencia otro empate a cero como ya hicieron sus vecinos. Esta vez no hubo prórroga en Riazor, evidentemente, pero el colegiado López Nieto señalaría un penalti que nos destaparía al campeón de Liga.
El valencianista González se puso bajo palos para evitar un gol que no tendría dueño. El miedo se apoderó de Bebeto y sería el serbio Miroslav Djukic quien se encargaría de ejecutar la pena máxima.

González adivinaría el lanzamiento del balcánico y la Liga se escapó de Riazor ante la incredulidad de los aficionados. El Barcelona se apoderaría otra vez de un título de Liga de rebote, como ya había ocurrido en los años anteriores con el Real Madrid con sus visitas a Tenerife.

Arriba vemos la detención de Cedrún ante el tiro de Alejo. Abajo González parando el de Djukic.

- Nadie puede dudar que aquel año 1994 fue un año de malas meigas para celtistas y deportivistas, una temporada maldita que siempre será recordada con rabia por la impedida conquista de dos títulos importantes para sendos clubes.

Han pasado casi 25 años, pero algunos aún no hemos podido olvidar la profunda tristeza de aquel nefasto año con claro acento gallego. Unos pudieron resarcirse en 2001 con otra oportunidad en Copa. No pudo ser. El Deportivo sí pudo celebrar otros títulos para desquitarse de aquel mal fario.
Y como no, aquellos penaltis errados penaltis inspiraron a los más graciosos de turno. Aún retumba el original chascarrillo de aquel chiste, ya todo un clásico, que decía: "¿Como se tiran los penaltis, de acerca o de alejos? -Djukisé".

martes, 10 de abril de 2018

El personaje: Pierluigi Collina.



- Para Oliver Kahn era gafe, para los equipos turcos un chollo, para las peluquerías una ruina, pero para mi y para muchos, el mejor árbitro de todos los tiempos. Él es Pierluigi Collina, un italiano nacido en Bolonia el 13 de febrero de 1960.

Su nombre se hizo muy popular a partir de mediados de los noventa y siguió ejerciendo incluso en gran parte de la siguiente década. Su primer gran reto fue arbitrar en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, aunque después llegarían otros atractivos deberes, como participar en la Copa del Mundo de Corea-Japón 2002.

Muchos le recordaréis por su actuación en la final de la Liga de Campeones de 1999, en la que se midieron Manchester United y Bayern de Múnich. Los alemanes ganaban por 1-0 en el minuto noventa, pero los ingleses remontaron en el tiempo de descuento para alzarse con el trofeo.
Todos los jugadores del Bayern quedaron tendidos en el suelo, tristes, desolados, llorosos. Collina actuó de forma muy humana ayudando a reincorporarse a los jugadores del club bávaro, tratando de reanimarles mientras los "red devils" celebraban su sorprendente gesta.

Collina tenía esas facetas de nobleza y un carácter bastante fuerte. Sobre el verde mandaba él, y si tenía que encararse a un futbolista para hacer valer su mandato lo hacía, como demostró en su día con su compatriota y tocayo Pierluigi Casiraghi.

Más respeto causaba con su apariencia y esos ojos saltones de locazo de la película. Se dice que desde que le cayó el cabello por alopecia severa en los años ochenta, no aguantaba ni una broma sobre su forzado look.
Los menos ingeniosos le bautizaron como Kojak, un famoso detective al que conocemos por sus actuaciones en el mundo televisivo. Pero Pierluigi no era un tipo fácil de vacilar, y por ello era capaz de dirigir hasta el encuentro más tenso.

Se dice que ningún equipo turco perdió durante un arbitraje suyo, y tampoco la selección nacional de Turquía. Y hablando de selecciones nacionales, a Collina le tocó en suerte arbitrar la final entre Brasil y Alemania en el Mundial de Corea-Japón 2002. Los alemanes perdieron y el guardameta Kahn empezaría a tachar al italiano de gafe.

Gafe o no, Pierluigi Collina figura como uno de los mejores árbitros que se han visto en el deporte rey, y así lo respalda la IFFHS, que consideró al boloñés como el mejor colegiado en seis ocasiones.

Collina no se cortaba ni media a la hora de encararse a los jugadores.

- Pero además de dirigir partidos correteando los campos de juego, Collina tuvo un pasado como todo hombre de Dios. Hincha de la Lazio, el ex-juez fue antaño un gran defensa central cuando era joven.
Es licenciado en Económicas por la Universidad de Bolonia, está casado, tiene dos hijas y en 2003 publicó un libro titulado "Mis reglas del juego". Le gusta el baloncesto y su cara se hizo aún más popular en las carátulas del videojuego "Pro Evolution Soccer".

Dejó de arbitrar en 2005 y siguió con su profesión, asesor financiero. Además, Collina es consejero del Comité Italiano de Árbitros y continua siendo miembro del comité de árbitros de la UEFA. Así fue y será uno de los árbitros más recordados de la historia.

sábado, 7 de abril de 2018

De moda: La perilla internacional.



- En su día hablamos de otros adornos faciales en el artículo de "El bello facial de los ochenta", y como había prometido, toca acordarnos de una moda similar que se hizo muy popular en el Mundial de USA 94.

Recuerdo cuando por entonces ojeábamos las revistas balompédicas en busca de información sobre el evento deportivo más alto del deporte rey. De repente, muchos quedamos sorprendidos por las fotos de los jugadores que representarían a la selección de España.
Sí, aquella "Roja" de Javier Clemente quiso acudir a la cita norteamericana con un adorno facial muy noventero, la perilla. Todo esto tiene una explicación.

El gran Pep Guardiola jugó con este adorno facial durante los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, y el jugador pensó que acudir con el mismo look daría suerte en su primer reto mundialista, pues con el equipo olímpico se hizo con el oro.

Muchos se dejaron seducir por la propuesta del catalán. De repente, casi todos los jugadores del equipo nacional español mostraban una perilla en su rostro: Zubizarreta, Soler, Bakero, Salinas, Abelardo, Goikoetxea, Caminero, Nadal, Lopetegui, Voro, Beguiristain, Hierro, Alkorta...
Casi todos cayeron en la nueva moda que buscaba la fortuna en un Mundial en el cual, el paso de los españoles fue bastante discreto. Incluso el fisioterapeua Senén Cortegoso se dejó una perilla para no fallar a sus compañeros.

Claro que España no sería la única selección en estar a la moda mundialista. Algunos futbolistas de otros equipos también poblaron de pelos su barbilla, aunque ninguna fue tan prominente como la del estadounidense Alexi Lalas.

¿Os acordáis de Manolo Sánchez?. Aquel mítico delantero rojiblanco ya portó perilla en la Copa del Mundo de Italia 90. Aún así, al extremeño no le dio tanta suerte, puesto que durante aquel torneo solamente tendría una aparición, y posteriormente no disputaría ni un minuto más.

La dichosa moda siguió más allá de la competición intercontinental. De hecho, hombres como Rafael Alkorta nos sorprendieron con una extraña evolución "perillesca". El bilbaíno llegó a mostrarnos una especie de "frenazo" en medio de su barbilla, moda que también quiso seguir su compañero Alkiza.
No hay que olvidarse de otros futbolistas que, pese a no acudir a USA 94, estuvieron a la moda en cuanto a este look tan típico de la década. Amavisca, Sánchez Jara, Salillas, Karpin, Manjarín, Vizcaíno... Todos ellos también llegaron a dejarse perilla.

La propuesta de Guardiola triunfó entre los demás componentes de la selección española. 

- Algunos jugadores, unos por pasar de todo y otros por no poder, no le siguieron el rollo a Guardiola. No recuerdo ver a Jorge Otero con perilla, y tampoco a Julen Guerrero, aunque este más bien era barbilampiño.

Muchos otros se negaron a dejar de lucir su inseparable bigote, pero aquella moda arrasó entre mediados y finales de los noventa. Como toda moda, ésta llegó a su final, aunque bien es cierto que hemos seguido viendo perillas incluso en la actualidad. Cuando actualmente lo más normal es ver barbas pobladas, algunos jugadores como Roque Mesa o Samu Castillejo no se han cortado ni un pelo para resucitar esa moda ya tan lejana. Está claro que a la selección española no le vino de perilla aquella obra peluquera.

martes, 3 de abril de 2018

¿Te acuerdas del gol de Abreu?



- "¡Galetto... Silaaas, Montenegrooo, Silaaaaaaasss, Abreuuu... y es gol de Abreu, es gol de Abreu, es gol de Abreu...!. ¡¡¡Abreu!!!, ¡¡¡Abreuuuu!!!... ¡¡¡Aaaa-breu!!!". -Estas eran las palabras de asombro de uno de los locutores deportivos que más simpatía levantó más allá de la frontera argentina, Marcelo Araújo.

Muchos aún recordamos aquel cómico momento en el que el gran Abreu fallaría una ocasión cantada cuando militaba en las filas del San Lorenzo de Almagro compitiendo en uno de sus primeros partidos del histórico club de Gasómetro.
Ocurrió un domingo del 17 de noviembre de 1996, en un duelo argentino del Torneo de Apertura celebrado en El Monumental. River Plate y San Lorenzo medían sus fuerzas en un choque que acabaría con victoria por 4-0 a favor de los "Millonarios".

Entre aquellos futbolistas encontramos a día de hoy muchos nombres conocidos dentro del fútbol español: Germán Burgos, Ayala, Sorín, Solari, Carlos Aimar, Manusovich, Basavilbaso, Ruggeri... y como no, el bueno de Abreu.

Washington Sebastián Abreu Gallo nació el 17 de octubre de 1976 en Minas, Lavalleja (Uruguay). Este delantero defendió infinitos clubes a lo largo de su carrera, llegando a jugar en Brasil, Argentina, México, Israel. El Salvador, Ecuador, Paraguay, Chile...
Pero aquel gol errado le permitió jugar también en España, y es que gracias a ese fallo pudimos conocerle a través de las cámaras de Canal Plus, donde los chicos de "El Día Después" no se cortaron en hacer mofa de la embarazosa situación del delantero.

Precisamente, justo después de jugar para el San Lorenzo de Almagro, Abreu llegaría a España en 1998, donde primero representaría al Deportivo de La Coruña y después a la Real Sociedad. En ambas escuadras dejaría su sello goleador.

Otros clubes conocidos para los que jugó el charrúa fueron el Botafogo, Nacional, Grémio, Rosario Central y River Plate. Sí, el "Loco" también jugaría para el equipo que se aliviaría con su fallo en aquel enfrentamiento con sabor argentino.

Abreu sacó de quicio a uno de los comentaristas más recordados de la televisión argentina. Marcelo Araújo no salía de su asombro al observar como el uruguayo desbarataba una buena ocasión para el conjunto de Almagro.
Combinando una buena jugada con los Galetto, Silas y Montenegro, el alocado ariete consiguió zafarse de la zaga de River, pero cuando muchos se levantaban de su butaca... ¡oh no!, el atacante se resbalaba de forma graciosa y no acabó por materializar el clarísimo gol.

¡¡¡Aaaa-breu!!!. Así acababa la jugada del "Loco", con un comentarista que parecía regañarle ese tremendo fallo en el Estadio Monumental. En pocos días, la imagen del fallo de Abreu daría la vuelta al mundo, aunque bien es cierto que la forma de retransmitir la jugada tuvo bastante mérito.

Cosas del destino, Abreu jugaría para River y sí conseguiría hacerle gol al San Lorenzo.

- Y mira que Abreu tendría algún fallo más que otro a lo largo de su carrera, y algunos bastante clamorosos. Pero ninguno despertó tantas carcajadas como aquel que le valió para darse a conocer, al que muchos conocen como "El no gol de Abreu".

Pero el uruguayo no es conocido solamente por su fallo. Como ya he dicho, Sebastián ha representado a muchísimos equipos, hasta el punto de batir un récord Guiness.
Y goles habrá fallado, pero también los ha sabido meter. Con la selección de Uruguay convirtió 26, mientras que a lo largo de su trayectoria a nivel de clubes ha hecho más o menos 320 tantos. No está mal, ¿eh?.

Las casualidades de la vida le llevaron a jugar para el River Plate, e incluso tuvo que medirse a su antiguo club para encima hacerle un gol. Claro que muchos se quedan con las anécdotas graciosas, y es por ello que si nos hablan de un River-San Lorenzo, a la mayoría nos vendrá el clamoroso fallo de Abreu, ese que le hizo tan famoso por todo el mundo, el que verán a continuación una vez más:


De moda: Gol-Ball.

- Os habréis fijado en cada partido que, a pie de campo, podéis toparos con una especie de urna alta. Pues no es para otro objetivo que para...