domingo, 18 de marzo de 2018

¿Te acuerdas de Tino Lettieri y su peluche?



- No hace mucho tuve que escribir sobre uno de los porteros más legendarios de Canadá, uno de aquellos que pudo defender a la selección norteamericana en sus primeros pasos por una Copa del Mundo, los que hasta ahora han sido los únicos.

Él es Martino Lettieri, y como en Fútbol Sin Tapujos nos gustan las historias locas, ¿hay mejor manera de acabar un domingo de fútbol que con una sonrisa en la cara?. Pues presten atención que les voy a narrar un cuento sobre un portero tan bueno como alocado que confiaba su suerte a un pequeño pájaro de trapo al que llamaba "Ozzie".

Érase una vez un tipo con excelentes condiciones para llegar lejos en el fútbol. Se llamaba Martino pero sus amigos le apodaban "Tino", que suena muy amistoso, muy familiar. Sin mucha estatura para su demarcación pero con una agilidad increíble, este italiano nacido en Bari se trasladó a Canadá cuando era muy joven.
Allí seguiría jugando al fútbol e ingresaría en los Minnesota Kicks, compaginaría fútbol y fútbol sala hasta que recibió la grata noticia de ser incluido en las convocatorias de la selección canadiense, entrenada por Tony Waiters.

Letieri tenía una peculiar afición, los loros. En casa tenía dos, Lulú y Ozzie. El segundo, de plumas rojas azules, rojas y amarillas era su favorito, hasta tal punto que encargó hacer una copia en versión peluche para llamarlo de la misma manera.

El meta italiano decidiría llevarse a "Ozzie II" a los partidos, ya que él creía que le daba suerte. Entraba con él pajarito a los terrenos de juego, lo ubicaba detrás de la portería y con ello captaba la atención de muchos.
Dicen que Tino solía hablarle a su lorito, que lo cogía en brazos antes de dejarlo en la red posterior y le decía: "Hoy ganamos. Vamos a por ellos como siempre, ¿no?. Otras veces hemos podido con ellos, hoy también". Entonces le daba un beso en su dorado pico y lo colocaba cerca de su marco, pues era su fetiche.

Ozzie se benefició de tener un amigo futbolista que viajaba constantemente, y así pudo ver mundo y conocer los diferentes campos de juego en los que Tino tenía que defender la portería y su profesión.

Y la cosa funcionó. Parece que Ozzie le daba suerte al italiano, pues no solo destacaría en partidos de fútbol indoor, además, fue llamado por Waiters para acudir al Mundial de México 86, aunque el meta ya había participado en varios partidos de clasificación mundialista.

La fortuna de su lorito no tenía fin. Canadá se clasifica para competir en el primer Mundial de su historia, y como el seleccionador no veía preparado a su compañero Paul Dolan, decidió contar con Lettieri, que no jugaría el primer partido de la fase de grupos al haberse incorporado tarde a la selección.
La razón no fue otra que su compromiso con el club que le pagaba, el Strikers de Minnesota. La intención del guardameta era acabar la temporada con el club estadounidense e incorporarse cuanto antes al equipo nacional.

Tino y Ozzie acapararon muchas portadas de los diarios norteamericanos de la época.

- Aunque breve fue su experiencia en la Copa del Mundo, Lettieri gozó de la posibilidad de jugar en los partidos ante Hungría y la URSS. ¿Por qué no llegó más lejos Canadá?. Pues muy fácil, porque la NASL prohibió la presencia de Ozzie a partir de 1985, pues la organización del campeonato consideraba que el pajarito era una provocación para las hinchadas contrarias.
De hecho, este simpático peluche estuvo en boca de muchos. Lo comercializaron e incluso se lo llegaron a robar, por lo que Tino tuvo que sustituir a su viejo amigo con una réplica a la que llamó de la misma manera.

Claro, Ozzie ya no veía los partidos desde detrás de la portería de Lettieri, pues tenía que seguir a su amo desde el frío banquillo junto a los demás jugadores. Y ya se sabe, el fútbol desde el banco se ve de otra manera. Tino Lettieri lo tenía claro, sin Ozzie adiós a la diosa fortuna. Cuan cruel es el fútbol a veces.

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