- Esta noche hablaremos de tiempos ya casi remotos, de cuando el fútbol tenía otra clase de encanto, así como ese misterio de seguir a tu equipo de otra manera que no fuera desde el estadio. Algunos recurríamos al viejo transistor por la lejanía que nos separaba con nuestro club, otros por falta de medios y también los había que preferían no asistir al campo.
Pero la radio también podía usarse en las gradas, ya sea por enterarse de algún resultado de directo interés o por mera curiosidad de lo que pasaba en otras canchas. Aún hay gente que sigue con este aparato pegado al oído, pues la radio nunca pasará de moda.
- De los tiempos que yo hablo es de aquellos en los que el PPV (Pay Per View) ni existía, cuando solamente contábamos con la opción de que alguna cadena pública retransmitiera nuestro partido en directo. Para ello llegaron a ofrecerse canales como el de Antena 3 o La Sexta, sin tener que olvidarnos de la útil labor que hicieron autonómicos como la ETB, TVG, TV3 y Telemadrid, entre otros. Para todo lo demás, estaba Canal +.
Si alguno de estos canales no nos ofrecía la posibilidad de vibrar con nuestros colores, siempre teníamos lista nuestra radio y unas pilas por si se agotan las puestas. Entonces sí que se le daba valor a nuestro querido y añorado transistor.
Ahora es todo mucho más fácil, con diversas compañías que ofrecen sus servicios para ver fútbol mediante pago, el recurso de internet y sus canales gratuitos y, como no, el siempre evolutivo e indispensable teléfono móvil. Ahora sí que disponemos de un amplio abanico de posibilidades para seguir a los nuestros.
Con todo esto se ha perdido el encanto que nos regalaba la radio y esas ondas que nos informaban cuando buenamente podían. Seguro que con lo que transmito os vendrán muchos recuerdos, especialmente a los de mi generación.
Cada fin de semana se respiraba un aire de intranquilidad y misterio, además de ese afán por vivir una nueva victoria de nuestro equipo. Pese a no acudir al estadio, muchos solíamos calzarnos nuestra camiseta y, por supuesto, llevarnos la radio.
Recuerdo que mi cuadrilla de amigos le daba más morbo a la cosa, pues entre nosotros había seguidores del Athletic Club, Celta, Barcelona, Real Madrid y Valladolid. Con unas pipas, tabaco, coca cola o cerveza, ya estaba todo listo para pasar una buena tarde de fútbol.
Varios sacábamos el transistor, tratando de escuchar todos el mismo canal para no hacernos un lío. Incluso nos arrimábamos todos a un mismo altavoz para enterarnos de lo que iba ocurriendo en cada campo.
Es una pena que se haya perdido aquella tradición en la que cada uno esperaba el gol de su equipo con un nerviosismo palpable que se aceleraba cada vez que se escuchaban esos pitidos que anunciaban un gol.
Te entraba algo por el estómago, especialmente cuando ya nombraban el nombre del estadio en el que había noticia: ¡Hay gooooool en Balaídoooos!... -entonces solo había que esperar para saber que equipo se adelantaba en el marcador.
Así compartimos muchas alegrías, tristezas, victorias importantes, empates y derrotas insufribles. Pasábamos toda la tarde escuchando fútbol sin importarnos otra cosa,... y al día siguiente, ¡a trabajar!.
No quiero hacer demasiada publicidad, pero la Ser o la Cope eran nuestros canales favoritos, quizás los más neutrales. Con las voces de Pepe Domingo Castaño, Manolo Lama, Paco González y otros expertos del mundo de las ondas, nuestra gran tarde de radio estaba ya servida.
Esta era la imagen de aquellos años en los que teníamos que aguardar el gol de nuestro equipo. |
- Ya fueran buenos o malos momentos, siempre era algo especial seguir a nuestro amado equipo por las ondas, pues aquel era el encanto del balompié de aquella lejana época... y esto viene siendo así desde los años cuarenta y para adelante. Yo más bien soy de la generación ochentera y noventera.
Hubo un momento en el que el pay per view se metió de por medio. No obstante, casi todos los partidos solían ser en horario unificado, por lo que en los bares solamente podrían satisfacernos con una elección, ya para lo demás, estaba la radio.
En tiempos más modernos, los diferentes servicios televisivos han acordado no repetirse en horarios para que todos puedan seguir a su club. Aún así, hay quien se resiste a dejar la radio a un lado y prefieren silenciar la tele para escuchar lo que transmiten las eternas ondas.
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