jueves, 7 de enero de 2021

¿Te acuerdas de los ingeniosos juegos callejeros?


- Este es un artículo para nostálgicos, para todos aquellos que algún día fuimos niños y disfrutábamos del fútbol de diversas formas. Antes no había tanta facilidad para contar con juguetes. Modernidades como el Subbuteo, videojuegos y, ya no hablemos del clásico futbolín, no estaban al alcance de todo niño, por lo que tocaba discurrir mucho para jugar junto a los amigos mientras se acercaba la jornada deportiva.

Mis recuerdos son imborrables. Soñábamos con ser nuestro jugador favorito dentro de una chapa o directamente lo convertíamos en el "Pichichi" del torneo que organizaríamos con nuestros amigos. Además del clásico juego de chapas, también solíamos usar cromos como medio disparador.

Los cromos, otras alternativas a las chapas.
- Recuerdo que, para muchos, eso de doblar cromos y propulsar garbanzos con los mismos para hallar el gol era algo desconocido. Yo esta variedad de dsitracción y entretenimiento la conocí de vacaciones, cuando me encontré a mi panda de Marín usando los cromos en lugar de las chapas.
El mecanismo del juego era el mismo, solo que debíamos elegir a los once cromos que pondríamos sobre nuestra improvisada cancha doblándonos por la mitad, como podéis observar a la derecha.
Los tiros con el cromo eran mucho más potentes, a veces desproporcionados. Sin embargo, regresé a Euskadi para mostrar a muchos el juego que descubrí en Galicia. Al día siguiente, toda la calle, y luego el barrio entero, estaban siguiendo ese nuevo juego que nos tendría reunidos a todos en el suelo. ¡Que empiece el espectáculo!.

Volviendo a las chapas, en mi barrio esto iba mucho por modas. Algunos pasaban de jugar con la peonza a hacerlo con los clásicos tapones de las botellas. Al que no le gustaba el fútbol, prefería emplear el mismo sistema para marcarse un "Tour de Francia".

Con una tiza marcábamos el campo de juego, el que podía ser de cemento e incluso arena. Las dos porterías las fabricábamos con una caja de puritos Farias o cualquier otra caja que tuviera parecidas dimensiones.
La pelota podría ser un simple garbanzo, una goma de borrar moldeada en círculo, o incluso plastilina. Para los equipos utilizaríamos papeles con nombres y números pintados que acoplaríamos en la chapa para alinearlos en el "terreno de juego".

En el diseño de las chapas venía la gracia del juego. En su parte cóncava, ubicábamos ese papel circular en el que habíamos trabajado, o bien usábamos cromos recortados para darle quizás más identidad y realidad.

Con el tema de los cromos jugábamos a ser entrenadores. Yo recuerdo que tenía mis favoritos (como todos) los que siempre jugaban. Hacía de Baltazar un gran goleador, Maté era mi portero fijo y Hagan mi zaguero favorito. Ese era mi Celta en el juego de las chapas.
Mismo sistema cumplía la modalidad con cromos doblados. Bajabas a la calle, te reunías con tus amigos y sacabas tus cromos plegados para darle una paliza a todo el que desafiase a tu equipo.

Hacíamos torneos de eliminación, y hasta muchas veces interminables horas. Pasábamos horas y horas gastando rodilla contra el suelo y observando como otros rivales pulverizaban a otros. La verdad es que era entretenido.

El juego de chapas, ese al que todos hemos jugado cuando fuimos niños.


- Las normas variaban de una ciudad a otra, a veces incluso al cruzar la calle. Lo único que había que aguardar a que la bola cayese más cerca de un jugador tuyo para entrar en acción... y entonces afinar la puntería.

Es triste contemplar como estos entretenidos juegos han ido desapareciendo con el tiempo. Los niños de ahora lo tienen todo hecho, pues gracias al mundo de las consolas, ya no tienen que ingeniárselas para simular un partido de fútbol al aire libre. Salvo casos extremadamente raros, ya no pasearemos por la calle y veremos a un grupo de jóvenes disfrutando de estos divertidos juegos callejeros.

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