De moda: Superstición en el fútbol.

 

- Este es un tema más al día de lo que pensamos en el mundo del deporte, y no solo en el fútbol. se trata de la superstición, ese miedo a perder un buen momento de forma, la racha, el miedo a lesionarse, a fallar un penalti, a perder o a empatar demasiado.

A lo largo de la historia del fútbol hemos conocido casos de famosos profesionales que, por temor a lo que sea, decidieron poner su suerte en manos de un objeto, una prenda, un lugar e incluso unas maneras. Muchos jugadores y entrenadores tienes sus costumbres para no caer en la desgracia, y hoy conoceremos unas cuantas historias.

- ¿Cuántas veces habremos visto a un jugador besar el balón antes de lanzar un penalti?. Esta costumbre ya es tan típica como vieja. Los hay que se santiguan antes de un lanzamiento o de entrar en la cancha. Aunque entre aquellos que están a punto de pisar el césped, los hay que optan por hacerlo con el pie derecho, con el izquierdo o con una especie de saltos. Muchos suelen besar la hierba.

En este juego también entran las prendas, pues yo he oído que hay futbolistas que incluso han jugado con los mismos calzoncillos sin lavarlos para que no pierdan la magia. Uno de los casos más actuales lo hemos visto por Vigo cuando al entrenador del Celta, Eduardo Coudet, le preguntaron en una rueda de prensa por qué usaba siempre la misma ropa en cada partido, si se trataba de alguna superstición. Parece que Coudet tampoco lo negó, pues de seguido esbozaría una sonrisa.

Los hay que desafían a la suerte. Todos sabemos que en el mundo de los artistas se dice que el color amarillo trae mala suerte. Pues bien, ya conocimos a Santiago Cañizares, a quien en su día le dio por vestir siempre una camiseta de ese color. De todos modos, esta es una costumbre típica en muchos porteros, como el ejemplo de usar el dorsal trece... "mal número si no crece". 

Ahora conozcamos más ejemplos de futbolistas. El italiano Paolo Di Canio optaba por ponerse primero la bota izquierda, no debería ser al revés. Kevin Keegan tenía que esperar a que todos se cambiasen antes que él, mientras que a Iker Casillas le dio por cortar las mangas de su camiseta.

A Pepe Reina le dio por lo culinario. Es decir, el meta madrileño tenía que cenar siempre lo mismo, además de tener lleno el depósito del coche antes de cada partido. Steve Gerrard se acostumbró a tocar siempre el emblema del Liverpool a la entrada del campo de Anfield.

Los más coquetos, como Cristiano Ronaldo, suelen hacer uso de su imagen por cuestión de suerte, pues se sabe que el portugués solía cambiar de peinado en los descansos de cada partido.

David Beckham compraba ropa interior cada dos semanas, la que posteriormente, y de forma obligatoria, tenía que desechar. Ivan Rakitic es de los que entraban al campo con el pie derecho, además de colocarse una venda antes que la media.

Ya hemos visto rezar al brasileño David Luiz como si no hubiera mañana, algo que hizo bastante en sus partidos con la selección. También antes de empezar el partido, Hugo Sánchez prefería no disparar a puerta en los calentamientos.  

Para no ser acosado por los infortunios, hay otros remedios supuestamente eficaces, como la de recurrir a brujos o adivinos. Eso mismo ocurrió con el arquero senegalés Tony Sylva, que en la Copa de África 2000 decidió contratar a un hechicero que le concedió un ungüento que untaría en los postes de su portería. La cosa funcionó, pues el cancerbero africano permaneció 448 minutos sin conceder un gol en el torneo.

Lo de besar el balón antes de un penalti ya es algo muy típico en los futbolistas. 

- En el tema de la superstición y tratar de esquivar a la mala fortuna, pueden entrar tanto jugadores como la afición. Los equipos gallegos solían espantar a las meigas con ristras de ajos, como llegaron ha hacer Pontevedra, Celta y Deportivo en alguna ocasión. Sin necesidad de ser equipo gallego, el Atlético de Madrid también optó por el mismo recurso.

Y es que los amuletos también cuentan, y hay casos que hasta las mascotas pueden traer suerte o ser gafes. En el fútbol existe la superstición como en cualquier otro medio de vida. Aunque pasen mil años, es algo que nunca cambiará.